Vísperas y Ausencias es un texto que abarca un período emocional extenso, sostenido en un desafío constante de la expresión y la palabra. Parte de una curiosidad: la sensación primera giraba alrededor de un nombre ilusorio: Mariana, aquella muchacha de los veinte años, que en realidad se llamaba Marta Julia y que nunca entró en la escritura. El ámbito repetido es el boliche, tanto suburbano como porteño; la constante son los amores, la amistad, la conversación y la intimidad propia de la escritura. Por ejemplo: épicos asuntos, es un homenaje a Jorge; que ya había usado la combinación de esas dos palabras en un poema propio, y valla a saber por qué extraña embriagues, me conmino a: ponelo ahí; y estoy diciendo Jorge Garcia Sabal. La patria: granada roja partida? que Alberto se puso a cuesta como el sayo cuando inició su camino de exilio, del que nunca volvió; y estoy nombrando a Alberto Adelach. O esa sucesión de espacios en blanco, que apelan a la silenciosa significancia de la página en blanco, tan valorada al final de sus días por el Chacho, y estoy recordando a Osvaldo Drágun. Visperas y Ausencias es también la partitura de algunas cosas que se fueron realizando alrededor de la vida.