Gotas de ácido que corroen la realidad, la Historia, las hojas en blanco, eso son los versos que Rafael Sanz escupe, suda, eyacula en este libro. Con un ritmo conciso, directo, desnudo de aditamentos innecesarios, el poeta se enfrenta a la inasequible empresa de alumbrar el vacío con la palabra escrita, con la poesía, al margen de emocionalidad o biografías inexistentes; cronista del apocalipsis cuando el apocalipsis no es más que otro capítulo de la apócrifa historia de una humanidad condenada, desde siempre, a la nada.
Bebí del manantial del silencio
hasta perder el habla,
la página en blanco
se me hizo infinita,
así que volé a nunca jamás.