Rodrigo Osset
La luz entraba a puñados en el pequeño dormitorio de Pepito. Pepito, cuatro años, dormía aún. Su cabeza, sobre un perrote de lanas de trapo, su inseparable amigo. Su carita, feliz, tranquila, abandonados los brazos sobre las sábanas. Uno de los rayos de luz se escapó del puñado que entraba por la (...)