Pedro Antonio De Alarcón
«Granada, se veía blanquear a lo lejos, tendida en los cerros umbrosos de la Alambra y el Albaicín, como una odalisca envuelta en cándido alquicel, echada sobre oscuros almohadones... Ya no se percibían sus pormenores y detalles... Sólo se divisaba una elegante ráfaga la de blancura, intensamente (...)