¿Se puede regresar a un lugar en el que nunca se ha estado?
Todos necesitamos, a veces, enormes dosis de soledad. De hecho, por muy rodeados de gente que podamos estar, nos devora una terrible sensación de aislamiento: de estar a solas con todo el mundo. Esta historia trata de explorar eso: el vacío interior que nos empuja a huir de nosotros mismos, sin importar adónde vayamos a parar.
Nunca vine está escrita con una senda de irrealidad, que hace que el universo de Helon, su joven protagonista, sea cada vez más extraño, alienante y hechicero. Embarcado en un viaje hacia ningún lugar, se verá atrapado por los encantos de V, una chica hermosísima, quien se interpondrá irremediablemente en su trayecto hacia un cóctel de soledad, oscuridad el silencio. Nunca vine está plagada de prodigiosos entrecruzamientos, de situaciones y personajes surrealistas que conforman el día a día de Helon hacia el nuevo destino al que es arrastrado. Un destino garabateado por la filosofía de Nietzsche. Pero en esta novela también hay peligros. Y muertes. Y sexo. Y viajes astrales acompasados por un inminente fin del mundo; aunque eso sea lo menos relevante de esta aventura.
A fin de cuentas, no se trata más que de una anticuada, sorprendente y onírica historia de amor.