Esta obra reúne las dos novelas cortas que el poeta José Joaquín Pesado (1801-1861) dio a conocer en 1838. En ambas narraciones, los designios de la providencia invaden toda la escena, en lo que sus desapercibidos y resueltos personajes avanzan y se revuelven en un cruel laberinto de sentimientos (...)
En este libro se aprecia con nitidez el deseo de dotar a la joven república de México de un orden racional y justo, en medio del enorme caos político, económico y social que acompañó su nacimiento y construcción como nación.
Hay en esta narración un importante precursor de la novela mexicana. Aquí se cuentan los pormenores e insólitos infortunios de un viaje alrededor del mundo en el siglo XVII, cruzado por peligros y acechanzas inimaginables.
Testigo privilegiado de la serie de reformas administrativas que la corona española promovió en sus posesiones, así como un agudo observador de la realidad, Villarroel compuso en estas páginas una legítima carta de su identidad americana.
Como otros escritos de esta naturaleza, una aguda idea de la justicia y del deber civil atraviesa este libro, que además lleva el toque personal del clásico que es Bustamante.
Encontramos en esta breve relación el deseo de poner de manifiesto una visión del mundo no solo total sino a la vez compleja y digna de una medida expresión literaria, a la altura de la riqueza de las fuentes que siempre apreció con orgullo Fernando de Alva lxtlilxóchitl.
Los retratos de La cárcel y el boulevard fueron seleccionados entre el amplio y diverso elenco que formó Frías a lo largo de los años y estos, en particular, provienen de su experiencia directa en la cárcel de Belem y en las calles de San Francisco y Plateros de la capital del México del siglo XIX.
En las páginas de Clavijero respiran tanto el optimismo que más adelante inspiraría la independencia de México así como la lengua –la nueva lengua– en la que con el tiempo habrían de expresarse todos y cada uno de los habitantes de México.
Se trata de la crónica personal de una fantástica ronda nocturna por la ciudad de México, tocada por la magia, la ironía y lo más efímero de todo: la actualidad, hasta cerrar en un animado Coloquio de los Muertos.
Típica composición del barroco, La prueba de las promesas ratifica el alto honor que Moliere le confirió a su autor, Ruiz de Alarcón, nombrándolo el creador de la comedia moderna.