El seudónimo Marcel Vayreda oculta la identidad de un hombre difícil de clasificar. Acomodado a este lado del Estrecho de Gibraltar cuna adormecedora, verso dulce y anestesiante de nuestros impulsos . Un buen día, sin saber cómo, cruza el Estrecho. Se convierte en su verdadero viaje después de años intentando hallar algo mágico en los más recónditos lugares de la orilla correcta. Descubrió algo nuevo en esas tierras, otra dimensión, y tuvo allí su alma el tiempo que le demandó su destino. Compartió tradiciones con los magrebíes y aprendió a ver las cosas con otros ojos y otra mentalidad, lo que se advierte en los relatos que nos ofrece. Se puede apreciar la transparencia con la que enfoca lo que percibe y las diferentes perspectivas que palpitan a pocos kilómetros de Europa. Un prisma sencillo y comprensible a modo de traducción conceptual. Se ve la complejidad con la que se maneja la sociedad tras el muro invisible y natural que constituye el Estrecho. Relatos para todos y para nadie, se podría decir de este grand plaisir, parafraseando al filósofo maldito.