Enrique Doménech
«Cuando me serené un poco, y se me acabaron las lágrimas, me di cuenta de que ante mí se presentaba un panorama impresionante. Se veía toda Barcelona. Era una vista fabulosa. Una contemplación así te ensancha el espíritu. Tienes ganas de grandes cosas. Tienes ganas de ser alguien, de hacer algo que (...)