Tellado, Corín
Aquella muchacha: “—Sí no tomaras las cosas tan a pecho… —le decía ella, enojada. El ímpetu dominador de Meri volvía a despertar. Relucían sus maravillosos ojos, tan extraños como seductores y hermosos. —No digas eso, me molestas. Todo he de vivirlo así, pues de otra forma no le llamaría vivir. (...)