La Ilustración se plantea la modernización del país a través de la  educación. Así, la fábula se convierte en el género preferido del siglo  XVIII, pues permite enseñar entreteniendo, #unir la utilidad con el  deleite#. Con un lenguaje sencillo (#¿Os puedo yo decir con mejor modo /  que sin la claridad os falta todo?#) se presenta una breve narración  ejemplar puesta, las más de las veces, en boca de animales. Las fábulas  de Samaniego estuvieron presentes en todas las escuelas hasta mediados del siglo XX.